
Hilda Mayta
La fundadora, copropietaria y reconocida experta en textiles
Hilda y sus cuatro hermanos nacieron y crecieron en Racchi, a una hora al noreste de Cusco. A los 12 años, su madre falleció trágicamente. Esto dejó a Hilda, la hija mayor, a cargo del cuidado de los demás niños. Como si su vida no fuera ya suficientemente dura, comenzó a sufrir abuso doméstico constante por parte de su propio padre. Tomó la desgarradora decisión de huir de casa al terminar la secundaria.
Tras su partida, Hilda terminó en Cusco, sola y vulnerable. Allí conoció a un hombre que se convirtió en el padre de sus dos hijos, pero el terrible ciclo de abuso continuó. Cuando él intentó quitarle la vida, Hilda se sintió invadida por el miedo y supo que debía tomar una decisión desgarradora. Escapar era la única opción, pero terminó siendo la que lo cambió todo.
Hilda y sus hijos cruzaron la frontera ilegalmente y huyeron a Brasil, abrazando un nuevo país, un nuevo idioma y un nuevo comienzo. Poco después de su llegada, tuvo la suerte de conocer a una familia que le brindó amor y apoyo incondicionales. Hilda lo interpretó como una señal del universo de que aún había gente buena en el mundo y que no se había perdido la esperanza.
Durante su estancia en Brasil, Hilda consiguió trabajo y pronto se dio cuenta de su enorme talento en la producción textil. Trabajó con ahínco y dominó las legendarias técnicas sudamericanas de teñido y tejido de fibras. A pesar de su éxito como experta textil, Hilda sabía que necesitaba regresar a Perú y afrontar la realidad de su difícil pasado.
Pero esta vez, las cosas fueron diferentes. Hilda llegó a Cusco sintiéndose fuerte, segura y empoderada. No dejaría que su historia definiera su futuro.
Hilda tomó la decisión crucial de emprender un pequeño negocio de artesanías con un propósito social: ayudar a mujeres, especialmente a madres solteras, con experiencias similares de abuso y desesperanza. Les ofreció capacitación y oportunidades laborales, además de vender sus productos a través de su negocio.
También sirvió como mentora para estas mujeres, enseñándoles a lograr la independencia económica y emocional. Hilda comprendió su dolor porque lo había vivido. Compartió sus experiencias para ayudarlas a encontrar un nuevo camino para sus familias, además de brindarles la confianza para superar cualquier dificultad que se les presentara.